Él no está, prometió llegar luego de esta larga guerra, pero su ausencia es certera. El olor de su cuerpo dejó de estar encapsulado en las sábanas, su ropa ya no guarda el aroma de su piel y todas las tazas han sido lavadas tantas veces que sus labios desaparecieron de ellas. 

Él no está, mis cabellos cayeron al piso como mis ganas y los pocos que quedaron en mi cabeza se pintaron de blanco y gris. El dolor de su ausencia se mete en mis pulmones, causando un ahogo que no me permite respirar. La pulmonía es evidente, no quiero respirar, no es necesario, no tiene sentido.

Lo que siento es terrible, los humanos le  han dado muchas formas y nombres, pero solamente cuando sientes el abandono y la deseperanza  puedes entender esta maldita palabra que me está matando con cada una de sus letras, con cada curba de sus vocales, con cada sonido que emana.

Ahora me he transformado en esa palabra,  he decidido dejar de respirar, de comer, de soñar, de dormir... hasta que mis vocales terminen de girar y retorcerse en mi vientre vacío, y muera con la placidez de dejar de ser yo... ser solamente esto... dolor-sublime-fulminante.
CONGOJA

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