ESPIRALES


Espirales y flores silvestres unen el sentimiento,
 cuadrados negros, blancos y dorados cubren la pasión y lujuria del amado como un manto que contiene sus ganas.
Circulos, semillas, huevos, óvulos, engendran la vestidura de la amada que le predispone a recibir con sus ganas abiertas las semillas extructuradas.
Ella abraza las manos duras y asperas de su hombre, que cosquillean en su rostro conjuntamente con su escaso vigote haciendola sentir rescatada y con suerte por encaramelarse en ese abrazo.
El de rodillas para recibir los dorados suspiros de la amada y ella emana tanto placer que enredaderas de oro salen de su vientre.
Hace 100 lunas que este sentimiento que ha sido plasmado por uno de los nombres que ha tenido mi amado, en ese momento su energía se nombraba Klimt, ahora  Dario, en otros cien años Serge... eso no importa, yo soy su musa, su eterna amante, su Grial. 

Doble


Escucha el tiembre. 
-Es muy tarde para que sea alguien que traiga algo bueno - piensa en voz alta.
Había pasado ya casi tres semanas encerrada en la casa por una pulmonía que le calaba los huesos. 

Escucha los golpes en la puerta, y los gritos de la Policía.
-No sé qué quieren, estoy muy enferma y no puedo pararme de mi cama- 
les dijo entre sollozos y terror.

Escucha que abren la puerta, forzándola.
-¿Qué diablos quieren?-
 les pregunta mientras ellos registran todo sin pudor.

Señora, usted está siendo buscada por todo el país por robo y asesinato del señor Jiménez, su esposo. Encontramos su billetera con su cédula en la escena del crimen hace una semana, así que levántase que le llevamos presa este rato!

Escucha el sonido de las pistolas y grilletes.
- Yo he estado en cama desde hace días , mi esposo está de viaje, ayer hablé con él... deben estar confundidos- penso, mientras una duda de amante le palpitó en el pecho.

Los policias le mostraron una foto, su cédula y sus huellas digitales. Era ella, pero eso era imposible... 

El HUEVO


-No lo recuerdo-
Esta era la séptima vez que Alicia tenía su sesión con el psiquiatra de turno. Su respuesta era siempre la misma, era necesario  saber qué había pasado aquella noche del jueves para esclarecer lo que se entendía como un crimen.

-No lo recuerdo-
Decía, mientras sollozaba con pequeños gemidos apagados. 
Lo único que se sabía de aquella noche era el testimonio de la enfermera que la velaba cada noche. Pero sus palabras quedaba anuladas, porque ella se había convertido en una paciente más de la institución desde aquella noche.

Lo que  recordaban,  era que Alicia de cualquier manera lograba safar sus ataduras y a pesar del coctel de tranquilizantes caminaba por los pasillos del hospicio hasta llegar al jardín, donde se ponía a buscar huevos entre los matorrales, al encontrarlos los rompía y revolvia su yema buscando algo, y sin encontrarlo buscaba el siguiente huevo, hasta que algún enfermero la rescataba de su locura y la llevaba a su alcoba.

-No lo recuerdo-
Cada mañana decía esta frase como si fuese una plegaria, la única muestra de la búsqueda entre sus huevos, era el color amarillo que tomaban sus dedos y que lentamente subía por su mano y se apoderaba de su cuerpo.

Entre más amarilla se volvía, más vida generaba a su alrededor, todo lo que ella tocaba se volvía hermoso, vivo y amarillo. 
Unos días antes de aquella noche, la enfermera llevó a su hija Ariadna donde Alicia para que al tocarla quedara curada de su fealdad,  causada por ataques epilépticos cuando era niña; Al curarse, difundió el rumor por toda la institución psiquiatrica y fuera de ella.

Una noche de luna nueva,  la madre de Ariadna se compadecío de la muchacha y llena de curiosidad por lo que podría pasar, no le dio su dosis de pastillas de esa noche. La esperó hasta las tres de la mañana, hora en que Alicia solía despertar, y, como todas las noches,  la acompañó en la búsqueda de sus huevos dorados.

Esta vez nadie interrumpió su búsqueda, y después de romper el huevo 71 a la llegada del alba, encontró un huevo más redondo y dorado que iluminó el rostro de Alicia;  Al romperlo, encontró un papel doblado y al a empezar abrirlo, aparecieron 7 hombres que empezaron a poseerle uno por uno, al terminar su orgasmo le colocaban un ungüento dorado. 

La enfermera se había quedado paralizada del miedo, y al escuchar a Alicia,  que con voz tranquila y serena le pedia que le llevara a sus apocentos, pudo moverse y durante 3 días la muchacha y la enfermera durmieron  como rocas en la habitación llena de aroma a sexo y a jazmín.

-No lo recuerdo-
Fue lo único que decía Alicia luego de que había pasado siete días en el hospicio,  luego del acontecimiento de aquella noche. El brillo de su rostro y de su cuerpo era tan grande que los enfermeros debían usar gafas de sol para tomarse su café en el frio  invierno.

- No lo recuerdo-
Y como un rayo de fuego empezó a gritar, metió las manos en sus entrañas y sacó una flor dorada, al hacerlo, toda la luz de Alicia se plasmó en los pétalos de la flor y ella se quedó opaca, muerta en la silla de aquel hospital.


Sortes


Acudo al Oráculo buscando la paz en la respuesta, toco su puerta con esperanza y el corazón en la mano y sin miedos le pregunto al Grial, esperando que su sacrosanta verdad me deje con euforia y placidez.

La pregunta se entrecruza en mi garganta, y le cuesta salir... tomo fuerza y digo en voz taciturna ... ¿Mi vientre es fértil?

El Santo Grial en boca de Parcival responde...

“ Ahora serias loco si tú recibieses una cosa tan elevada como la que ves y no la mantuvieras con leal compania el resto de tu vida....
entonces el religioso se lo da y él lo recibe con gran devoción y está tan alegre y contento que cree que nunca más estará triste por nada que le suceda”.

Como todos los oráculos sus palabras son confusas para los mortales, pero mi corazón de maga se dilata  y mi rostro tiene un color brillante y relajado. La respuesta fue susurrada a mi alma, el Grial me será entregado y no estaré triste nunca, mi vientre es fecundo y debo recibir su fruto para leal compania el resto de mi vida.

Agradezco al Oráculo entregando dos monedas de plata, 4 plumas de colibrí y 36 lágrimas de fe.

Él no está, prometió llegar luego de esta larga guerra, pero su ausencia es certera. El olor de su cuerpo dejó de estar encapsulado en las sábanas, su ropa ya no guarda el aroma de su piel y todas las tazas han sido lavadas tantas veces que sus labios desaparecieron de ellas. 

Él no está, mis cabellos cayeron al piso como mis ganas y los pocos que quedaron en mi cabeza se pintaron de blanco y gris. El dolor de su ausencia se mete en mis pulmones, causando un ahogo que no me permite respirar. La pulmonía es evidente, no quiero respirar, no es necesario, no tiene sentido.

Lo que siento es terrible, los humanos le  han dado muchas formas y nombres, pero solamente cuando sientes el abandono y la deseperanza  puedes entender esta maldita palabra que me está matando con cada una de sus letras, con cada curba de sus vocales, con cada sonido que emana.

Ahora me he transformado en esa palabra,  he decidido dejar de respirar, de comer, de soñar, de dormir... hasta que mis vocales terminen de girar y retorcerse en mi vientre vacío, y muera con la placidez de dejar de ser yo... ser solamente esto... dolor-sublime-fulminante.
CONGOJA

TRANSTEXTUALIZACIONES


El Dinosaurio


"Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí". 
Monterroso


" Cuando despertó, suspiró aliviado: el dinosaurio ya no estaba allí"
Urbanyi.

" Cuando despertó, su amado dinosaurio se había ido"
Mariah.