Moustroso


Lo aberrante nos produce nauseas y repudio. Al ver el verdadero pecado que rompa las leyes cósmicas o cualquier tipo de ley nos volvemos determinante a eliminarlo, o ponerlo en un circo para reírnos y alegrarnos de las rarezas, aunque en el fondo odiamos que las flores crezcan para abajo o ver un hombre que parece la Bestia del cuento de hadas.

Porque nos aterra? Porque lo que está fuera de la estructura y la lógica lo repudiamos?
La divina concepción de Eva por Adán cuestiona el asombro de los hombres con vientres llenos, que sin miedos logran concebir sin madre, sin útero, sin matriz. Pero lo hemos olvidado y ahora los volvemos moustriferos, al igual que los gigantes o enanos, al igual que a los bisexuales a pesar de que el universo de lo mítico lo llaman hermafroditas.

Encontrarnos con lo diferente nos petrifica, preferimos no verlo, aislarlo, vomitarlo. Encontrarnos con lo único nos llena de incógnitas, y preferimos eliminarlo y seguir el patrón obejil que nos lleva al corral del molde, de los patrones, de lo rutinario y establecido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario